¿Te has encontrado con personas que dicen ser muy «espirituales» pero si te acercas a ellas regresas lleno de juicio? Debes recordar que la espiritualidad que marca la diferencia se basa en la ley del amor. La fuerza de nuestra relación con Dios es una fuerza que se ata y forma un nivel de efectividad para nuestra espiritualidad. La influencia de Dios se debe cimentar fuerte en nosotros para poder demostrar la ley del amor de forma constante en nuestra vida. Al activar la espiritualidad verdadera en nuestra vida diaria, no estaremos juzgando a los demás, ni viviremos sintiéndonos superiores a los demás.
Gálatas 6:1-3 nos enseña: Hermanos, es posible que alguno de ustedes caiga en la trampa del pecado. Ustedes, que son guiados por el Espíritu, acérquense a él y ayúdenle a corregir su error. Pero ¡ojo!, háganlo con humildad, pues ustedes también pueden caer en tentación. Ayúdense cuando se encuentren en problemas, pues así estarán cumpliendo la ley de Cristo. Si alguno se cree muy importante cuando en realidad no lo es, se está engañando a sí mismo.
Toma tiempo para darte cuenta cómo es que estás reaccionando con aquellos que están heridos, ¿qué es lo primero que piensas al ver a estas personas? ¿Los juzgas? ¿Te sientes superior? ¿Sientes alguna necesidad de entender sus necesidades para ayudarlos? Habla con Dios acerca de las respuestas a estas preguntas. Toma el compromiso de hablar con una de las personas heridas que conoces. Acércate a esta persona con un corazón limpio, sin ideas preconcebidas de su situación. Toma pasos para ayudar a esta persona a alcanzar restauración para su situación y dale seguimiento en una semana para ver como se encuentran.
Recuerda: El ser espiritual significa poseer la capacidad y disposición de discernir las necesidades de los demás y atraerlos a los propósitos de la restauración. La espiritualidad comienza al aceptar la ley del amor de Dios (como mandamiento más importante) y practicarla como estilo de vida.