No es solo para la eternidad.
¿Has visto alguna vez un huerto moribundo? Las flores y los tallos mueren, las hojas se marchitan y los frutos se marchitan. Nuestras almas también se marchitan sin estar hidratadas espiritualmente. Todos nos veíamos así antes de venir a la fe en Jesucristo. Pero incluso después de nuestro nuevo nacimiento, seguimos necesitando agua todos los días. El Señor Jesucristo entendía la sed (Jn 4.7, 19.28), y cómo prosperar.
A veces encontramos consuelo en la naturaleza divina de Cristo, mientras que otras veces lo encontramos en su humanidad.
La soteriología es el estudio de la salvación y cómo funciona. Por ejemplo, la divinidad de Cristo es esencial para nuestra redención, ya que sólo un sacrificio sin pecado podría expiar nuestras culpas. Además, puesto que nació bajo la ley (Gal 4.4,5) y era plenamente humano, como nosotros (Heb 2.17), podíamos ser salvados de esa misma ley. Cuanto mejor comprendamos toda su esencia, mayor será nuestra conexión, y viceversa. Vuelve a Juan 4.6, 7 y concéntrate en la humanidad del Señor. Si Él comprende el cansancio físico, ¿qué hay del intelectual o del emocional? ¿Qué dificultades has evitado exponerle porque sospechas que no te comprender
Repasa Juan 4:25, 26. ¿Cómo te sientes cuando te concentras en los aspectos divinos del Señor Jesús? Cristo ofrece a la mujer del pozo «agua viva» que saciará su sed para siempre (Jn 4,10). Estas palabras pueden aplicarse a nuestra propia vida.
Al principio, la mujer malinterpreta la oferta de Cristo (Jn 4,15). A los que no están familiarizados con Cristo, con su mensaje y con la felicidad de los cristianos, les puede resultar difícil entenderlo. Incluso pueden responder con la risa o el sarcasmo, que ocultan el dolor.
JUAN 4:7-15
7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. 8 Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. 10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? 13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Cristo nos invita a consumir alimentos y bebidas espirituales cada día. Utiliza la experiencia generalizada del hambre y la sed físicas para ayudarnos a comprender las necesidades espirituales. A través de Su amor, revela los medios para satisfacer estas necesidades, como la adoración, la obediencia, la compasión y la evangelización.
Este concepto es a la vez simple y rico, y a medida que lo exploramos más, obtenemos mayor deleite y satisfacción. Si el Señor necesitaba enriquecimiento espiritual, nosotros también. Afortunadamente, las soluciones son fácilmente accesibles y fiables. En Juan 4, donde Cristo interactúa con la mujer junto al pozo, demuestra cómo incorporar Sus respuestas a nuestra vida cotidiana.
Inicialmente, el Señor nos proporciona agua que se transforma en «un manantial de agua que salta hasta la vida eterna» (Juan 4:14).
Después, subraya la importancia de una auténtica adoración espiritual (Jn 4.23, 24). Tenemos que alabar aunque Dios no lo necesite. Adorar puede aliviar nuestras almas abrumadas. Tómate un momento para disfrutar de esta sensación.
Por último, Jesús nos capacita para cumplir los deseos de Dios con alimento espiritual (Juan 4:34). Aunque este pasaje se refiere a la evangelización, existen infinitos medios para cumplir los deseos de Dios.
Una planta bien regada crece sana y da frutos hermosos y abundantes. Obtener la salvación no es sólo para la otra vida; participa del sustento de Dios cada día, y te sentirás contento y saciado.