Josué 6.1-5

Josué necesitaba la dirección de Dios al enfrentar uno de los momentos más cruciales de su vida. Él ya sabía cuál sería el resultado de la batalla contra Jericó, puesto que el Señor le había prometido darle la victoria. La estrategia específica que Dios le dio, sin embargo, fue tan atípica que debió haberlo dejado con la boca abierta. Pero a pesar de cualquier preocupación que pudiera haber sentido, Josué y todo el ejército le creyó al Señor y siguió el extraño plan al pie de la letra.

Aunque no enfrentemos la misma situación, hay momentos en que la obediencia a la Palabra de Dios es un desafío pues va en contra de nuestro razonamiento. Por tanto, dudamos, razonamos o buscamos excusas de por qué no podemos hacer lo que nos pide. Por ejemplo, considere estas órdenes:

  • Por nada estén afanosos, sino orar por todo (Fil 4.6).
  • Perdónense unos a otros, como también Dios los perdonó en Cristo (Ef 4.32).
  • Pongan su esperanza, no en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios (1 Ti 6.17).
  • Tengan por sumo gozo cuando se hallen en diversas pruebas (Stg 1.2).

Así como la orden dada a Josué no parecía tener sentido, las instrucciones anteriores tampoco tienen sentido para nosotros, pero Dios insiste en que son para nuestro bien.

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