«Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase», Génesis 2:15.
Para muchas personas el trabajo representa un castigo de Dios, como un mal negativo; sin embargo, al estudiar las Escrituras vemos que el trabajo no es un castigo y es ordenado a los hombres desde el principio de la creación. Dios le ordenó a Adán y a Eva que trabajaran mucho antes de que cayeran en pecado.
El trabajo es importante para el Señor, tanto así que Él mismo trabaja. Dios pudo haber creado todo en un instante, pero decidió hacerlo en seis días para darnos ejemplo de trabajo; El mismo Jesús declaró: «Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo», Juan 5:17.
Sabiendo pues que el trabajo procede de Dios, debemos preguntarnos cómo podemos honrar a Dios a través de él.
«Deja de verlo como una carga»
Lo primero que debemos hacer es dejar de ver nuestro trabajo como una carga. Comenzar a mirarlo como una responsabilidad que Dios nos ha dado; si comprendemos que nuestro trabajo proviene de nuestro creador, entonces comenzaremos a verlo de forma distinta.
«No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios», Eclesiastés 2:24.
«Si ves tu trabajo como algo que Dios te dio, hasta la actividad más rutinaria la empezarás a ver con importancia».
«Se fiel a tu trabajo»
Jesús fue un carpintero, imaginemos cómo era el trabajo de nuestro Señor. No podemos imaginarnos a Jesús quejándose de su labor, siendo impuntual con las entregas de sus pedidos o haciendo las cosas con una mala actitud; más bien nos imaginamos los maravillosos acabados que tenían sus encomiendas. Jesús tuvo que haber sido el mejor carpintero de la región.
«Como hijos de Dios procuremos hacer todo a la altura de nuestro Señor; realicemos nuestro trabajo con fidelidad y con responsabilidad, porque esto agrada a nuestro Señor».
«Se integro»
Un cristiano no puede estar envuelto en actos ilegales o engañosos, de ninguna manera puede dejarse sobornar o permitir que se cometa fraude en su lugar de trabajo. Cueste lo que cueste debemos hacer nuestro trabajo con honestidad e integridad.
«Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas», Efesios 5:11.
«No comprometas las normas morales del Señor y de su Palabra, puede que te resulte difícil, pero siempre será mejor hacer lo bueno que lo malo y Dios premiará tu integridad».
El trabajo que honra a Dios es el que se hace para la gloria de su nombre, sabiendo que proviene de Él; es aquel que se hace de manera fiel guardando la Palabra de Dios y por el que nuestra fe es probada y se convierte en testimonio de todos lo que nos observan.
Es en «todo» que debemos agradar al Señor; no podemos simplemente despojarnos de nuestra identidad como cristianos y de los fundamentos bíblicos que tenemos, por el contrario, debemos exponer lo que hay en nosotros a la vista de todos, que los demás puedan ver que hay algo diferente depositado en nuestras vidas.
Pregúntate si realmente estás honrando a Dios con tu trabajo, y si hay cosas en ese lugar que sabes que no son agradable a Dios lo mejor es que te alejes y busques un lugar donde puedas trabajar con fidelidad y sobre todo integridad.
«Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres», Colosenses 3:23.